Hoy aprendemos que tipo de piel
tenemos y como cuidarla.
La llegada del invierno
nos obliga a realizar algunos cambios en nuestra vida diaria para poder
combatir el frio, el aire. La parte del cuerpo humano que primero y más
sufre ese rigor invernal es la piel, por
lo que es necesario extremar los cuidados para que su adaptación a la nueva
temperatura, no nos genere problemas.
La piel es la parte más externa de nuestro organismo y, por
lo tanto, es la que recibe todas las agresiones exteriores. Es la barrera con
que se enfrenta el mundo exterior, por eso a la vez que es sensible es fuerte,
porque está preparada para ello.
Básicamente, la piel
está constituida por las mismas células pero, a su vez, la piel de cada persona
tiene una serie de peculiaridades. Si nos fijamos, veremos enseguida que el
color de la piel es diferente entre unas personas y otras, unas son de piel muy
blanca y otras son negras. Aparte de esto, unas personas tienen piel más gruesa
que otra. Estas pequeñas variaciones son las que generan esas diferencias de la
piel. De esto se deduce que unas personas tienen la piel más resistente frente
a las agresiones externas que otra. Por ejemplo, las personas con piel oscura
tienen más melanina, que es una sustancia que nos defiende del sol y por lo
tanto, tienen una piel menos sensible al sol: las personas con piel grasa
tienen una piel más nutrida e hidratada que las que tienen la piel seca y están
más defendidas frente al aire, el frio y el ambiente.
Una vez que conocemos cómo es nuestra piel, tenemos que
ayudarla dándole lo que le falta o aquello de lo que tiene poco. Por ejemplo,
las pieles muy secas necesitaran una mayor protección y que le aportemos una
mayor cantidad de grasa. Las que son grasosas necesitan menos, pero también
requieren una cierta hidratación y protección para enfrentarse al exterior.
Supone que, a diferencia del verano, tenemos que tener menos
cuidados con el sol y más con el frio y el aire. Por eso, lo que hay que hacer
es hidratarla con más intensidad, protegiéndola de los cambios de temperatura y
de la desecación que puede producir el aire frío.
A la piel hay que cuidarla por dentro y por fuera. Por lo
tanto, vida sana, limpieza e hidratación son los tres factores que hay que
cuidar para tener la piel sana.
Hay dos tipos de envejecimiento de la piel: el cronológico,
en que intervienen factores internos y genéticos, y el que se produce por los
agentes externos, que es el único en que podemos influir. De estos agentes
externos, el más importante es el sol, que, evidentemente, tomado en exceso
envejece la piel.
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